La perversión en once capítulos
Historia de un Clan es una miniserie de TV basada en el caso del Clan Puccio, una familia de zona Norte que, durante la dictadura militar, secuestraba amigos o conocidos pertenecientes a la clase alta para cobrar el rescate y los mantenía encerrados en su propio hogar.
Historia de un Clan fue planteada desde el inicio como una historia basada en hechos reales, pero terminó siendo una suerte de excusa para contar “otra historia”.
Cuando me reuní con Luis Ortega, el director, me dijo: ¨Vamos a contar la historia de las personas, no una recreación del expediente¨.
Teníamos documentada la casa por fotos, por planos y sabíamos su dirección actual donde sigue en pie, aunque reformada.
El scouting fue intenso.
Buscábamos una casa cómoda para poder trabajar por cuatro meses sin agotar los espacios. Necesitábamos que tuviera la cantidad suficiente de ambientes acordes a una familia constituida por padre, madre y cuatro hijos.
Era imprescindible que la locación tuviera, además, uno de los espacios más significativos para la historia: el sótano. Y era necesario que el baño tuviera un tiro de cámara importante.
Parecía imposible encontrar todo en una sola locación, pero después de visitar muchas casas lo logramos.
La escalera que bajaba al sótano existía, pero el sótano existente no funcionaba. Para filmar los primeros dos secuestros, armamos un sótano en el garage de la casa. De cualquier manera fue difícil grabar en este pequeño set de 3,20m x 5,20m.
Como el último secuestro demandaba más espacio y tiros de cámara, porque narraba el encierro de una persona a lo largo de tres capítulos, fue necesario construir un decorado del sótano completo, símil a la locación real, más amplio y con paredes móviles.
Una vez encontrada la locación, empezamos a hablar con Luis de la ambientación. Aunque la historia no fuera la real, sí debíamos recrear la época con credibilidad.
La búsqueda fue muy ardua. Tuve un equipo excelente de ambientadoras. Hicimos una investigación intensiva de referencias, mobiliario, objetos y paleta de colores acorde a la época.
Junto con el equipo de Locaciones realizamos una búsqueda intensiva de calles que pudieran ajustarse a la época. Los 80`s me eran muy familiares, ya que en aquella época yo tenía más de 20 años, y la historia de Los Puccio fue muy conocida por todos.
Mi propuesta de ambientación fue no enmarcarla en los 80s, sino recrearla un poco más en los 70s, por varias razones: En principio para que la casa tuviera unos años de historia y también porque me daba cierta libertad para salirme de la paleta de colores de los 80s, que me resultaban muy tristes, muy ligados a nuestra dictadura militar.
Recibimos la casa vacía, caída y sin muebles. Una vez que tomamos posesión de la locación, tuvimos cuarenta días para acondicionarla. Decidimos empapelar varios ambientes, pintar, arreglar muebles de cocina y poner goma espuma en el baño donde encerrarían a la primer víctima.
En el exterior, colocamos la escalera, que no existía.
La casa debía acompañar la manera de relatar esta historia. Sabíamos que las relaciones familiares iban a ser muy conflictivas. Esto determinó la selección de los objetos para cada personaje. Fue como entrar en un mundo distinto, el de una familia muy perversa. Trabajar conceptualmente desde ese lugar fue maravilloso, porque nos permitió desplegar todas las locuras que uno puede armar.
Cuando la casa estuvo lista, empezamos a revisar con Ortega todos los libros y a desglosar el resto de las locaciones por venir. Ambientamos las casas de cada uno de los secuestrados teniendo en cuenta detalles de cada personaje en particular.
Trabajar con Luis Ortega en televisión fue una experiencia única. Para él, cada capítulo era una película. Prestamos especial atención a los detalles de arte, para que en cada encuadre se sintiera el terror que él quería transmitir. Usó mucho steady cam y cada toma se repitió la cantidad de veces necesarias. Casi nunca se trabaja así en televisión. Generalmente no se contemplan los tiempos que Luis sostuvo en este proyecto.
Para las escenas de secuestros, los personajes utilizaron máscaras de látex para no ser reconocidos. Se tomó la decisión de que estas máscaras fueran las caras de Eva, Perón, Videla y Menotti. Sabíamos que era una decisión polémica pero, ya embarcados en contar ésta historia desde la locura total de la familia, hubo licencias que nos pudimos tomar.
Fue un trabajo distinto, con mucho para crear. Un gran desafío.