Desequilibrio entre dos mundos
El Ciudadano Ilustre cuenta la historia de Daniel Mantovani, escritor argentino, que vive en España hace más de treinta años y resulta galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Después de cinco años de haber recibido tal galardón, no volvió a escribir. Un día, entre sus invitaciones honorarias para dar charlas y presenciar eventos literarios, recibe una del intendente de Salas, su pueblo natal, en el que lo nombran Ciudadano Ilustre del Pueblo.
Tras pensarlo, acepta la invitación y vuelve por unos días a Salas.
La película transita por dos mundos: el que Daniel Mantovani conquistó y el mundo del que huyó.
El mundo conquistado
La ceremonia del Premio Nobel de Literatura, su casa de Barcelona y el lanzamiento de su último libro.
Todos espacios armónicos, plácidos de ver que responden a un verosímil de realidad y de status conquistado por DM. Todos lugares dónde el protagonista se encuentra a gusto, jugando su papel, el del conquistador.
Salas, su pueblo natal.
Daniel es un visitante, que como tal desequilibra el estado de las cosas, poniendo en juego y de manifiesto leyes que sin él mantienen un cierto equilibrio. Daniel incomoda y es incomodado. En esa relación de incomodidad, de desequilibrio está la configuración del trabajo estético. El elemento disruptivo, caprichoso, que rompe la armonía es el que potencializa una expresividad inesperada y absurda, que hace que algo viva, que no esté estancado en las leyes de la simetría o el buen gusto.
Notas:
Era importante que el Hotel, donde se hospeda DM no tuviese un estilo arquitectónico y que respondiese al gusto, caprichoso acaso, de su dueño.
César Sodero, Jefe de locaciones de la película, nos encontró ese hotel.
Sobre el aire acondicionado hay un cartel que dice «para prender el aire llame a recepción». El cartel no tiene un diseño sofisticado, ni lo necesita, es sofisticada su existencia y habla de cómo ese lugar es.
La habitación de hotel
El cuarto que elegimos tenía un empapelado de flores color pastel tornasoladas que direccionaba la intención de la ambientación. Siguiendo esta línea sumamos un juego de dormitorio laqueado en gris y blanco de fines de los 80. Mandamos a confeccionar un cubrecama en tonos cafés y dorado buscando que no compita con el empapelado y mantuvimos las cortinas color crema con bandas doradas. Sumamos un florero de cerámica blanco, con flores de plástico lila como detalle de utilería para reforzar el estilo del empapelado . El cuarto, suma progresivamente obsequios que el pueblo va regalándole a Daniel: frasco de 3 kilos de higos, virgen de yeso, talla en madera del escudo de Salas, asi como el poncho y sombrero de gaucho que Laura Donari, la vestuarista de la película agrega a estos presentes ayudando a romper el estilo austero y de exquisita sencillez europea que mantenía DM.
Acordamos con Laura que el vestuario y los espacios mantuvieran tonos similares, siendo un todo homogéneo, de manera que DM resultara levemente discordante o diferente, por su estilo y tonos .
En las locaciones, decidimos continuar con la impronta del lugar y sumar algunos elementos que ayuden a desequilibrar.
Oficina del intendente
Una espaciosa oficina de principios de siglo XX, con boiserie, araña y muebles que tratan de armonizar con la idea de estilo. Mantuvimos ese estado de espacio antiguo y con aún cierta nobleza. Para resaltar lo que ya había, limpiamos de elementos, seleccionando y agregando algunos más que continuas en con los beige, dorado y la madera. Colgamos los cuadros de Perón y Evita, en medio de los cuales quedó el rociador de ambientes, que hacía su splash, cada 20 segundos, elemento que irrumpe la impronta de seriedad y nobleza.
De la misma manera al asistente del intendente, testigo de la conversación que Daniel mantiene con su jefe , le dimos un mate y termo del papa Francisco.
Un club de barrio que tenía originalmente copas doradas. Esto nos gustó en particular así que sumamos cientos de copas más y agregamos otros adornos dorados de aspecto de usado, un par de moños grandes medio caídos de papel glasé, bandas doradas colocadas sobre el durlock. Para contraponerse con esta gama y jugando con la idea de adornos que quedan en el transcurrir del tiempo caprichosamente, colgamos aros plásticos de gimnasia en colores primarios, flores de cartulina, una escarapela de papel y un cuadro de un perro esquimal en los mismos colores de la escarapela, celeste y blanco. Enmarcando así, las charlas de Daniel M.
Un salón simple, de estilo que tuvo algunos reformas que le quitaron su original valor, pero que se mantiene como el lugar de los eventos de Salas.
La locación tenia vidrios transparentes y amarillos. Para darle cierto orden y armonía, reforzamos esta paleta sumando cortinas y vinilo amarillo a las ventanas. Vaciamos las paredes de cuadros y afiches, dejando sólo unos apliques de estilo en color dorado y un cuadro de un paisaje de fines del siglo XIX, sobre una chimenea. Para la escena donde DM y el resto del jurado, seleccionan los cuadros, colocamos contra las paredes sillas de madera, dejando un enorme espacio vacío. El protagonismo fue de los cuadros de los concursantes y algo del catering de “rotisería Sandra”, con sus sándwich de chanchos y demás delicias.
El resultado del trabajo que hicimos en El Ciudadano Ilustre es el del equipo de arte que conformamos junto a Sebastián Goñi, Sabrina Cobas, Candela Teffinger, Lucho Ripodas, David Petroni y Lucrecia y Flor de Troika.